sábado, 22 de marzo de 2008

Nadie se va a arrodillar

El gobierno de Rafael Correa, en Ecuador, se está pasando de la raya. Además de darle largas al restablecimiento de la relación diplomática, deja entrever que demandaría a Colombia. Y, aunque no lo presenta así, pareciera condicionar la normalización de las relaciones a que no se vuelva a mencionar el contenido del computador de alias Raúl Reyes, que implica a su gobierno con las Farc. Se ha dicho infinidad de veces que es comprensible el malestar del vecino país. Y varias veces, y en todos los tonos, el Gobierno de Colombia ha solicitado disculpas. Pero si lo que Rafael Correa pretende es que nuestro país se humille para que se restablezcan las relaciones, se equivoca. Si esa es su pretensión, que continúen rotas las relaciones, pues en Colombia nadie se va a arrodillar. Pareciera que el Gobierno del Ecuador no ha entendido, o lo disimula bien, el odio que despiertan las Farc y lo que significa para Colombia haber dado de baja a semejante criminal. Y el rechazo creciente por la relación, aún por aclarar, de Correa con ese grupo. Es más, la mayoría de colombianos respaldaría un operativo similar si en él caen ‘Tirofijo’ o el ‘Mono Jojoy’. Es la verdad. Ha salido la Canciller ecuatoriana a solicitar gestos adicionales de Colombia a fin de restablecer relaciones. Entre ellos el no volver a mencionar el contenido del computador de ‘Reyes’, que implica al Gobierno que ella integra con las Farc. Aunque advierte que no es una condición, es claro que lo esperan. Y si lo esperan es porque les inquieta y si les inquieta es porque no es falaz. Similar ocurre en el campo jurídico. Indican los medios que Ecuador estaría pensando en demandar a nuestro país por haber violentado su soberanía. De resultar cierto, se entendería como una señal inamistosa, que poco ayudaría a restablecer la confianza. Qué diferente ha sido la reacción del Perú y de México, que sin respaldar la incursión militar entienden la causa colombiana. Se equivoca el presidente Correa al afirmar que el problema de la guerrilla en la frontera no es de Ecuador sino de Colombia. Es de los dos. Si las Farc han decidido refugiarse allá no es precisamente porque se les persiga. Al contrario, y similar a lo que ocurre con muchos ‘narcos’ que allá han ido a dar, Ecuador empieza a ser vista por más de un hampón como un paraíso criminal. Si Correa pensara más en el futuro de su país y menos en su popularidad, en vez de seguir colocándole palos a la rueda de la relación con Colombia, haría causa común con el gobierno de Uribe para erradicar a las Farc de la frontera. Prolongar la crisis innecesariamente da pie para pensar que se trata de una cortina de humo para que no se le cuestione por los nexos turbios con esa guerrilla. Es hora entonces de que el Gobierno de Ecuador le baje el tono a la crisis. Colombia, a través del Presidente y del Canciller, han dado suficientes muestras de amistad y cordialidad. Es tiempo de que Correa y el pueblo ecuatoriano entiendan que igual de dolidos estamos los colombianos por la condescendencia de sus autoridades con las Farc y la actitud displicente de su presidente. Ecuador y Colombia han sido y son pueblos hermanos. Por grave que haya sido la crisis, no tiene sentido ahondar las heridas. Sobre todo cuando el único lastimado no es Ecuador. Cosa distinta es que Colombia, en aras de restablecer las relaciones, actúe con prudencia. Si allá talla lo de la soberanía, acá talla, y mucho, la complacencia con las Farc.

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