sábado, 22 de marzo de 2008

¿Y ahora qué con las FARC?

El concierto por la paz en la frontera colombo-venezolana, que juntó a siete grandes de la música, bajo la convocatoria y batuta de Juanes, es el rostro amable de la crisis diplomática por la incursión armada de Colombia al Ecuador, en la que se dio muerte al número dos de las FARC, “Raúl Reyes”, y a otras 25 personas.Aunque puede ser temprano para las evaluaciones finales, hay hechos evidentes por destacar, como la buena actuación de la OEA que, sin dejarse presionar por los EEUU, hizo prevalecer las justas tesis del Ecuador. Y que el Grupo de Río haya vuelto a la vida con una cumbre trascendente en República Dominicana.Esta crisis materializó el concepto de que “los estados no tienen amigos, sino aliados”, que se creía era solo para el anecdotario.La apasionada defensa del presidente Bush a Colombia y al presidente Uribe ratificó que comparten militancia en la doctrina del ataque preventivo, y parece también haber develado la intención del jefe de la Casa Blanca de hacerse de por lo menos una victoria militar, derrotando a las FARC, antes de regresar a vivir en Texas.Mención aparte merece la actuación del coronel Chávez, que tras comprarse una bronca ajena y ordenar el despliegue de 10 batallones y su aviación a la frontera con Colombia, fue a República Dominicana, en olor de pacificador, a repartir abrazos incluso con quien había calificado de “asesino” y “mafioso”, luego de confirmar que era factible un proceso en su contra en el Tribunal Penal Internacional por supuesto auspicio al terrorismo, ya que la Unión Europea, al igual que los EEUU, considera terroristas a las FARC. Chávez se ha vuelto ahora “pana” de Uribe, lo llama por teléfono y promueve citas de paz con terceros países. Su actuación podría ser considerada la escenificación de la esquizofrenia política.El papel de algunos medios internacionales ha sido también deplorable: confundieron información con propaganda y se volvieron funcionales a un Gobierno. Dice el refrán que “más pronto cae el mentiroso que el ladrón”, y la verdad ha salido a la luz. La lección es para todos, sobre todo para los gobiernos, propensos a que la información sea lo que ellos quieren y no lo que en realidad es. A lo largo de la crisis, de parte del Ecuador hubo ciertas “patinadas”: proponer regionalizar la paz fue como morder el anzuelo colombiano de involucrar a los vecinos en el Plan Colombia y en el Plan Patriota, para los cuales EEUU le entregan, desde 2000, $700 millones cada año. Proponer fuerzas multinacionales fue contradictorio; no solo se opone a la consigna de no fuerzas extranjeras, sino que hubiera hecho de la región el “yunque” de la guerra uribista. En fin, las aguas habrían ya vuelto a su cauce. ¿Qué viene después? Hasta ahora, los planes de Bogotá no se habían alterado desde que en marzo de 2004 el entonces comandante del Ejército, general Alberto Ospina, dijo que “la guerra será larga y sangrienta”; pero luego de los últimos sucesos y con los ojos del mundo en la frontera, ¿es posible que la conducta militar de Colombia de cara a las FARC sea la misma? He allí el dilema.

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